¿CUÁL ES LA EXPLICACIÓN DEL VERDADERO ORIGEN DE LA VIDA?
La «puesta a punto» del universo provee ciertos
prerrequisitos para la existencia de vida en cualquier parte del cosmos, pero
no garantiza que la vida en realidad surja en el universo. En otras palabras,
si bien estas condiciones propicias eran necesarias para la vida, no eran
suficientes para la vida. Por lo tanto, podemos preguntamos ¿qué más se
necesita? ¿Cómo explicar el verdadero origen de la vida?
A la mayoría posiblemente se nos enseñó en la escuela que la
vida se originó en un «caldo primitivo» por reacciones químicas aleatorias. En
la década de los cincuenta, Stanley Miller fue capaz de sintetizar aminoácidos
al hacer pasar una corriente eléctrica por gas metano. Aunque los aminoácidos
no son seres vivos, las proteínas están compuestas de aminoácidos, y las
proteínas están presentes en todos los seres vivos, y entonces la esperanza era
que, de alguna manera u otra, era posible explicar el origen de la vida.
A primera vista, dicho escenario para el origen de la vida
parecería ser indefectiblemente improbable. Fred Hoyle y Chandra Wickramasinghe
estimaron que la probabilidad para que entre diez y veinte aminoácidos
requeridos se combinaran libremente (recordemos que en esta situación no hay
selección natural y por lo tanto no se puede hablar de evolución química) para
formar una enzima era una en casi 10 a la 20. Dado el tamaño de los océanos de
la tierra y los billones de años disponibles, pensaban que dicha improbabilidad
no era insalvable. Pero señalaban que hay dos mil enzimas hechas de
aminoácidos, todas las cuales tendrían que haber sido producto de la
casualidad, y la probabilidad para que eso ocurriera sería de uno en 10 elevado
a 4000, una probabilidad tan «increíblemente pequeña» que sería impensable «ni
siquiera aunque todo el universo consistiera de un caldo orgánico». Y esto no
es más que el principio. Todavía queda pendiente la formación de cadenas de ADN
a partir de proteínas y de la compleja maquinaria presente en las células.
Estos asuntos son demasiado complicados para poder cuantificarlos.
Por lo tanto, el escenario de un caldo primigenio nunca tuvo
muchas posibilidades. Lo que la mayoría de la gente común y corriente no se da
cuenta, sin embargo, es que todos estos escenarios antiguos del «origen químico
de la vida» han sido descartados y abandonados. Este punto ha sido
maravillosamente documentado en el libro The Mystery of Life's Origin [El
misterio del origen de la vida]. Los autores puntualizan que, probablemente,
nunca existió una cosa así llamada caldo primigenio, porque los procesos
naturales de destrucción y dilución hubieran evitado las reacciones químicas
que supuestamente hubieran originado la vida. Además, originalmente se pensó
que se contaba con billones de años para que la vida pudiera originarse por
casualidad. Sin embargo, hoy tenemos evidencia fósil de que la vida existía
hace ya tres mil ochocientos millones de años. Esto significa que «la ventana
de oportunidad» en que la vida debía originarse por casualidad estaría siendo
progresivamente menor, quedando reducida a solo unos veinticinco millones de
años, lo que es un margen de tiempo muy breve para estos escenarios de
causalidad. Además, para los escenarios de origen químico de la vida es
indispensable que la atmósfera terrestre, en sus orígenes, tuviera muy poco
oxígeno; la evidencia, sin embargo, sugiere que la atmósfera originalmente era
rica en oxígeno. Todavía más, no existía manera de preservar los productos de
la evolución química para el supuesto segundo paso en el desarrollo. Los mismos
procesos que los formaban servían para destruirlos. La Termodinámica también
plantea un problema insuperable para dichos escenarios, porque no hay manera de
controlar la energía bruta del ambiente, por ejemplo, la energía de los rayos o
del Sol, para que puedan catalizar la evolución química.
Por estas razones, y más, todo el campo de los estudios del
origen de la vida está en una encrucijada. Todas las viejas teorías no se
sostienen en pie; no se avizora ninguna nueva teoría aceptable en el horizonte.
El origen de la vida sobre la tierra parece ser algo inexplicable. Francis
Crick ha reflexionado acerca de esto y ha dicho que «es casi como si fuera un
milagro». Debido a estos problemas, algunos científicos están diciendo que, tal
vez, la vida no se originó en la tierra, sino que fue originalmente
transportada por meteoritos de algún otro planeta. Pero eso implica un salto de
fe pura y lo único que hace es aplazar el problema. ¿Cómo se originó la vida en
otro lugar? En vez de responder a la pregunta, hace que la pregunta carezca de
respuesta.
A veces la gente dice que si el universo fuera infinito (o
si hubiera muchos universos), entonces, a pesar de lo improbable que fuera la
vida, se originaría en algún lugar por casualidad. En realidad, si el universo
es infinito, la vida existiría por casualidad infinitamente muchas veces en
todo el universo. Pero el problema con esta objeción es que multiplica los
recursos probabilísticos sin justificación. Si pudiéramos hacer esto, podríamos
explicar de la misma manera virtual cualquier hecho improbable, y con esto
excluiríamos cualquier conducta racional. A pesar de lo improbable que algo
pudiera ser, siempre podríamos encontrarle una explicación diciendo que en un
universo infinito en algún lado podría suceder. ¿Pueden imaginarse el siguiente
diálogo en una mesa de póquer en un salón de juegos en el oeste de Texas?
-Compadre ¡no estás jugando limpio! ¡Eres un tramposo! Cada
vez que repartes ¡sacas cuatro ases!
-Pues mira, viejo, sé que puede parecerte sospechoso que
cada vez que reparto me toquen cuatro ases, pero tienes que entender que en
este universo infinito hay una cantidad infinita de partidas de póquer teniendo
lugar como esta en otros lados. Así que es muy probable que, en algunas de
ellas, cada vez que reparto me toquen cuatro ases. Así que ¡cállate la boca de
una vez y a ver si te dedicas a jugar a las cartas!
Ahora, si tú fueras el viejo, ¿serías tan tonto como para
seguir jugando más partidas de póquer? Según este tipo de razonamiento, la
paradoja es que nunca tendríamos prueba de que el universo es infinito, porque
cualquier evidencia que así lo demuestre podría explicarse diciendo que es el
resultado de la casualidad en un universo suficientemente grande (si bien
todavía finito) para que la evidencia fuera solo resultado de la mera casualidad.
Por lo tanto, la objeción, en última instancia, es insostenible y no puede
afirmarse racionalmente.
Ahora bien, la Biblia no dice cómo se originó la vida. Solo
dice: «Y dijo Dios: "¡Que haya vegetación sobre la tierra; que ésta
produzca hierbas que den semilla, y árboles que den su fruto con semilla, todos
según su especie!". Y así sucedió. ... y dijo Dios: "¡Que rebosen de
seres vivientes las aguas, y que vuelen las aves sobre la tierra a lo largo del
firmamento!"» (Génesis 1:11,20). La Biblia no es un libro científico y no
nos dice qué medios, si es que se valió de algunos, usó Dios para crear la
vida, pero la evidencia científica, sin duda, concuerda con que (para usar las
palabras de Francis Crack), el origen de la vida fue un milagro; es decir, un
hecho generada de manera sobrenatural por Dios. La Biblia y la ciencia,
evidentemente, no entran en conflicto a este respecto; de hecho, en todo caso,
la evidencia científica es más clara que la Biblia en el sentido de que el
origen de la vida se debió a un acto milagroso de Dios el Creador.
Quien creó a Dios – Ravi Zacharias, Norman Geisler
[El Matemático]

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